Somos España.
No mostrar ilusión ante la llegada de un acontecimiento ilusionante puede ser consecuencia de las cicatrices de la experiencia o una forma de no bajar la guardia, provocando a la alegría con actitud aparentemente resignada. A veces, la gente cree que cuanto menos esperas la visita de la felicidad, con más interés busca ésta a tu sonrisa.Un poco de todo ello ha habido en la forma en que muchos se han preparado para la Eurocopa en España; sea por experiencia, temor o convicción popular, el país vive uno de los momentos de mayor alegría colectiva que se recuerdan.
Lo primero que llama la atención es la demostración (una vez más) de la enorme capacidad de este juego para colocar los sentimientos a flor de piel y canalizarlos al exterior sin barreras. Nadie se acuerda de la crisis: miles de españoles volando y volviendo de Viena en el día como si no costara; todo un país plural unido en torno a un estado de ánimo singular y envuelto en los colores nacionales, dejando de lado su atávica manía de dividirse en bandos para discutir eternamente.
Es curioso, porque los mismos que señalan con el dedo al fútbol cuando depuran responsabilidades ante muestras de salvajismo organizado o lo minusvaloran como el opio del pueblo ajeno a la cultura hoy saltan con alborozo rodeados por una marea de millones de emociones gracias a la fuerza social e integradora de este juego maravilloso.
Incluso, hemos descubierto que las altas personalidades son capaces de ser espontáneas entre las reglas de la etiqueta y el protocolo …
España cruzó en cuartos de final el Rubicón de sus frustraciones nacionales para descubrir que, tras esa barrera psicológica, aún hay camino y oportunidades para seguir soñando. Porque precisamente ésa vuelve a ser la principal enseñanza que nos deja este éxito: es magnífico llegar a la cumbre, pero en el corazón siempre perdura el recuerdo del disfrute y la felicidad del camino. Pase lo que pase el domingo, gracias por estas tres semanas inolvidables.
Frente a quienes no lográbamos conciliar el sueño, asustados por los fantasmas del pasado (como en este blog), la más serena y sólida actitud competitiva; frente a los que veíamos una plantilla descompensada y la falta de un “plan B” (como en este blog, y siendo coherentes más allá del éxtasis, uno lo sigue viendo), la más bella y aplastante superioridad que zanja los problemas; frente a quienes ya no creíamos que la gloria era cuestión de tiempo y que España es grande de verdad … fútbol.
Pasarán los años, y los españoles siempre recordaremos el papel de estos hombres en esta Eurocopa; habrá otros torneos, otros equipos y otros triunfadores, pero Europa jamás olvidará la exhibición que ofreció, en una lluviosa noche en Viena, la España más brillante que se recuerda, un equipo disfrazado del dorado de los grandes oropeles. Por primera vez, con una pelota de por medio, orgullosos de España y sus españoles.
Foto: www.marca.es
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