lunes, agosto 03, 2009

Prisioneros del cielo


En el “Himno a la belleza”, los versos de Charles Baudelaire se ensimisman tanto en la adulación del ser bello que terminan por aceptar que venga del cielo o del infierno, hipnotizados por la irrefrenable atracción de la salvaje dulzura que hace “menos horrible el Universo y menos pesados los momentos”. Uno se imagina al protagonista acariciando frente al espejo el rostro de una cándida jovencita que esconde, a salvo del reflejo del cristal, un rabo oscuro y un tridente ensangrentado. Con la misma facilidad que uno se imagina a las gentes del Athletic mirándose al espejo, girándose una y otra vez complacidas por su clásica y exótica belleza, sin querer aceptar que cayeron hace tiempo en las tentaciones del desatino contemplativo.

Porque una cosa es ser un caso único en el mundo, y otra muy distinta actuar en consecuencia. Resulta que, con todos nuestros errores y limitaciones, alcanzamos un sueño un cuarto de siglo después. Pero, en lugar de levantarnos de la cama dichosos y felices, nos despertamos empapados en sudor y con el dolor de cabeza que provocan las pesadillas. En unas pocas semanas nos ha dado tiempo a poner en solfa todo lo que nos define como tribu: desde el saludo de los jugadores a una masa agradecida a pesar de la derrota hasta las decisiones deportivas en manos de un entrenador metido a manager general de tradiciones e identidades. Y, cómo no, el modelo de Lezama: purga de nombres con promesas de nombres propios, abandono de ideas previas que nadie conocía y propuesta de ideas futuras que nadie entiende. Yo sí que tengo una idea: de este tema no se habla porque todos deberíamos tenerlo claro, SOMOS Athletic y Lezama es el SOMOS.

¿Algún madridista se imagina que en cada proceso electoral los candidatos propongan un nuevo color de la camiseta? ¿O algún barcelonista que cada año se debata el nombre oficial del club? Lo nuestro es incluso peor, lo puedo asegurar. Decía Noel Clarasó que ningún tonto se queja de serlo, así que no les debe ir tan mal. Si no se empiezan a escuchar quejas en forma de eco deberíamos pensar en qué nivel nos movemos.

Resulta curioso comprobar la presencia del diablo en muchos proverbios relacionados con los vascos. Garat el Joven, revolucionario vasco-francés del siglo XVIII, defendía la autonomía de los distritos vascos en la Asamblea Constituyente gala de 1790 tomando el idioma como argumento: “Se dice proverbialmente que el diablo vino a vivir con los vascos para aprender su lengua y no lo consiguió”. Nuestro desencuentro con Belcebú debió ir un poco más allá pues según otro proverbio provenzal, el diablo envía a los vascos al cielo porque no les entiende. A nadie extraña así que el Athletic viva desde hace mucho tiempo en el exilio del purgatorio, lejos de un cielo que no merece, exiliado de un infierno que se resiste a permitirle la entrada.
Al inteligente se le puede convencer, al tonto, persuadir, decía Germaine de Stael. A la vista de las circunstancias, intentémoslo una vez más: Athletic, ¿qué diablos estás haciendo?


Bruce Springsteen- The Wrestler

Etiquetas: