martes, noviembre 24, 2009

Polvos de talco


Una buena idea no siempre es aconsejable, entre otras cosas, porque normalmente nunca partimos de cero. Las buenas ideas suelen iluminar el camino hacia donde vamos, pero nunca, nunca pueden olvidar de dónde venimos. Las cunetas de las rutas más pedregosas están plagadas de cadáveres de advenedizos bienintencionados a quienes dieron muerte las sombras convulsas del pasado.

Se cree que la pólvora debió ser inventada, de forma más o menos simultánea, por las culturas china y árabe en la Edad Media. Como correspondía a los tiempos, los primeros la utilizaron primeramente para sus fuegos artificiales, mientras que los avezados árabes pronto le encontraron aplicación en el terreno bélico y de las obras públicas. En realidad, lo que parecía un gran avance para la humanidad, visto con perspectiva, desató consecuencias que seguimos lamentando hoy en día. Con determinadas ocurrencias pasa algo parecido.

El Parlamento vasco aprobó hace unos días una resolución en la que se invitaba a la Federación española a celebrar partidos de la selección en Euskadi. Los abnegados depositarios de la soberanía popular, fieles transmisores de las más sensibles necesidades y percepciones de las gentes hacia los más altos estrados. Pareciera que el país no tiene asuntos más urgentes ni tragedias menos cotidianas que permiten a sus señorías jugar a ocurrentes inventores de viñeta de cómic.

Para empezar, caen en un error de concepto que, como ciudadano, reconforta: los políticos no son quiénes para solicitar cosa semejante. Corresponde a los clubes, como propietarios del campo, postularse ante la Federación como posible sede de un partido de la selección española. Pero además caen en otro error, de mayor calado aún, al confundir lo deseable con lo observable: la sociedad vasca no demanda de forma mayoritaria un partido de la selección española porque mayoritariamente no la sienten como aficionados.

Todo ello termina recayendo en los de siempre, los clubes, obligados a decantarse en una ratonera de la que sólo saldrán con problemas. Es verdaderamente engorroso que insistan en que uno se posicione en una guerra que ni le va ni le viene. O, dicho de otra forma, pelearos vosotros que yo me siento orgulloso de ser el único punto de encuentro en paz dentro de una sociedad tan fracturada.

Lo de Euskadi con la selección española es un amor perdido cuya belleza radica en la perfección de lo imposible. Como aquel sobrecogedor poema de Luis Cernuda: “…más allá de la vida, quiero decírtelo con la muerte; más allá del amor, quiero decírtelo con el olvido”. Los vascos no escribimos con pólvora; escribimos con tinta y, a veces, con sangre.

Benji Hughes- Waiting for an Invitation

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