martes, febrero 12, 2013

Algo que merece la pena




Artículo publico en www.masliga.com el 30 de octubre de 2012.

Marcelo Bielsa es un humanista. Lo es porque persigue sin rubor el éxito y el prestigio más allá de consideraciones morales, aunque no nos referimos a eso. Lo es también porque acude a las fuentes más primarias del saber, apelando a una espiritualidad más humana e interior que material. De ahí que las ideas nazcan antes por repetición que por valoración. Pero no, tampoco a esto nos referimos. Bielsa es un humanista, fundamentalmente, porque obliga a tener fe en el hombre. Cada ser humano es importante porque los valores surgen y se aglutinan de uno en uno; la realidad se estiliza porque somos capaces de convertirla en algo mucho mejor. Todo ello conduce al optimismo desmedido, al estado de ilusión permanente, al esbozo petrificado de una sonrisa inocente, porque se tiene una fe desproporcionada en el hombre, en que merece la pena luchar por ser feliz y alcanzar la gloria emulando a los grandes hombres del pasado. Merece la pena ser feliz.

Esta reflexión que delinea el perfil del entrenador del Athletic adquiere volumen y color con la observación práctica. El equipo no parte de una premisa colectiva y unas señas de identidad preconfiguradas que acojan el talento individual de cada futbolista, matizándose en el proceso; al contrario, el equipo parte de cada uno de los individuos, con su talento y sus circunstancias, y sólo se convierte en algo colectivo cuando consigue unirlos y enlazarlos. Dicho de otro modo, el coro sale a escena y eriza las emociones cuando actúa, pero si uno asiste a un ensayo o se fija en cada intérprete de manera aislada, dan ganas de salir corriendo. Es cuestión de fe, como tantas veces. Somos humanos. Merece la pena esperar.

El viejo y honrado Athletic se fue a dormir una noche, en pleno otoño de su existencia, tras compartir mesa y mantel con un druida argentino con el que conversó animadamente. Absorto en su placidez, revivió gestas del pasado y soñó que se despertaba joven y lozano, que la fe en sí mismo le había devuelto la felicidad que da el prestigio y el color de la primavera. Cuando amaneció, el mismo druida le esperaba para desayunar, agachado y en cuclillas en el comedor, recogiendo los pedazos de una urna de cristal que contenía el secreto de la eterna juventud.

Hemos pasado por esto, estaremos a la altura. Pasado el estupor de una noche de desenfreno nos toca mirar hacia adelante. Todos los hombres que hacemos el Athletic sabemos lo que nos toca hacer en estos casos. Pondremos nuestro valor al servicio de la fe que profesamos a nuestra antigua condición de humanos. Te toca a ti, Marcelo. Toma la batuta y convierte este aparente despropósito en una buena obra de los hombres. Lo has hecho tantas veces… Lo hemos recordado tanto… Merece la pena intentarlo.