Pinturas de guerra.
El “miedo escénico” es una de tantas expresiones de Jorge Valdano que ha hecho fortuna en el ideario futbolístico popular. Designaba el poder intimidatorio del Real Madrid y su estadio Bernabéu que bloqueaba a los rivales en las grandes noches europeas, abrumados ante un ambiente y una presión majestuosas. Desde entonces, cada vez que un equipo pretende amedrentar a su huésped una noche cualquiera, se recurre a aquel concepto para comenzar la batalla.
Como todo en esta vida, uno debe saber de lo que habla: el escenario a que hacía referencia Valdano no sólo contenía luz y sonido sino, sobre todo, fútbol.
Pone un pie el Real Madrid en Bilbao y cada miembro de la manada tensa sus músculos y comienza a segregar saliva. El anuncio de la llegada del ejército blanco a Tierra Santa suele desatar pasiones y tambores de guerra en una puesta en escena que no por familiar comienza a resultar cómoda. Se crea una atmósfera crispada (lo que tiene el inconveniente de un público inflamado), se chilla y gesticula a cada rato (lo que suele conllevar un árbitro nervioso) y se tensiona al equipo desde el banquillo, que ya para entonces corre como si tuviera pimienta en los ojos. Todo deriva en un ambiente que se corta con un cuchillo y una pelota dando vueltas por medio en la que casi nadie parece reparar.
Seguramente pocos en el Athletic sabrán que las cuestiones estéticas, cuando de ganar o perder una batalla se trata, sólo sirven como recurso defensivo. Suele decirse que el origen del afeitado en los hombres se encuentra en Alejandro Magno, que ordenó a las tropas macedónicas que se rasuraran las barbas para evitar que los enemigos pudieran agarrarles de ellas en el combate.
La intimidación no es la mejor estrategia para quien se mira al espejo antes de jugar y no se reconoce; el ruido no es un buen recurso para el que no sabe escuchar. Tanto ruido y tanta palabrería para nada. Decía Mark Twain que el hombre es el único animal que come sin tener hambre, bebe sin tener sed y habla sin tener nada que decir.
Sólo la pausa precede a la intensidad, se necesita frescura mental para lograr la precisión. Y son armas imprescindibles para derrotar a un enemigo superior en número y tecnología. Tomar aire, atusarse la melena y colocarse bien la camiseta por dentro del pantalón. Hasta aquí, la puesta en escena. Ya toca empezar a jugar un poco al fútbol, que a eso hemos venido. Menos lobos, Caperucita …
Bilbao, más o menos las diez de la noche. El Athletic pierde 2-5 y su rival favorito le ha arrancado hasta el vello de las cejas. San Mamés, puesto en pie, agita sus colores y grita a la luna su entrega y su amor, rasgando el cielo oscurecido en rojo y blanco. Eso es el Athletic. Todo lo anterior, permitidme que lo dude …
Viva el Athletic, siempre fueron mis colores
el rojo, el blanco y el negro oscuro mate
dibujan mi alma, Bilbao y alrededores.
Viva el Athletic cuando fuimos campeones
en los recuerdos de la memoria
la bolsa, la vida, las copas y los goles.
Viva el Athletic, resignados ganadores
no jugamos por grandeza ni por gloria
la baza que jugamos es de corazones.
Viva el Athletic, gran familia de pastores
la sal de la tierra, la sangre que late
mantienen con vida nuestras ilusiones.
“Somos leones, leones con tres cojones!”.
¡Que viva el Athletic, señores!
Viva el Athletic porque somos los mejores
Foto: www.marca.com
Etiquetas: Athletic