No hay problema.
Aunque las sensaciones futbolísticas huyen de la estadística, el fútbol en sí guarda cierto parecido con la matemática: uno se adentra en su mundo, y sólo avanza si es capaz de resolver los distintos problemas que se le van apareciendo.
Escuché en una conferencia al ex ministro Manuel Pimentel diferenciar el talento de la inteligencia; decía, en unas charlas en torno a los jóvenes empresarios, que la inteligencia consiste en determinar qué disyuntiva de las que se presentan a tus ojos es la más adecuada, mientras que el talento es la capacidad de desarrollar, una vez determinada la solución, lo que requiere esa disyuntiva.
Al final, todo es cuestión de resolver un problema con las herramientas de cada uno o, lo que es lo mismo, escoger un camino en un cruce sin señalización aparente.
El planteamiento de un partido de fútbol no es sino trufar el campo de trampas al rival mientras detectas las suyas y tratas de burlarte de ellas. Y entre trampa y trampa, la pelota, muchas veces, no tiene quien le escriba.
Así que, si primero entra en juego la inteligencia, y después el talento, lo siguiente será encontrar puntos de referencia en el campo: jugadores que den salida a la pelota desde atrás, y jugadores que la reciban en el medio y la jueguen como Dios manda; con pausa, con mimo y con precisión. Quien adolece de falta de pausa en la generación de la jugada olvida que sólo la calma precede a la intensidad; el que es impreciso caerá en alguna trampa de inmediato, y quien no tiene mimo desprecia la pelota y, por eso, no nos interesa.
El fútbol tiene ahí una formulación para resolver casi todos los problemas, pero como es la más dificultosa, la mayoría trabaja por aproximación, y prescinde de algún punto de referencia u olvida la pelota para resolver antes. Todo con prisa y sin brillo, es lo que hay …
Claro que a todo ello escapa un punto referente precios opero del que casi todos prescinden hoy: los extremos. Decía Rial que “algunos me recuerdan a algo que escuché sobre la mujer. La esposa ayuda al marido a sobrellevar los problemas que éste no habría tenido si no se hubiera casado. Hay habilidosos que salen genialmente de los problemas que ellos mismos se han creado sin ninguna necesidad”.
El fútbol, como la vida, no te deja jamás olvidarte de los problemas, así que más reconfortante será disfrutar en el camino que vivir angustiado por alcanza runa tranquilidad que no existe. O, si no, ¿acaso hay algún hombre que no busque en su vida una buena esposa?
Escuché en una conferencia al ex ministro Manuel Pimentel diferenciar el talento de la inteligencia; decía, en unas charlas en torno a los jóvenes empresarios, que la inteligencia consiste en determinar qué disyuntiva de las que se presentan a tus ojos es la más adecuada, mientras que el talento es la capacidad de desarrollar, una vez determinada la solución, lo que requiere esa disyuntiva.
Al final, todo es cuestión de resolver un problema con las herramientas de cada uno o, lo que es lo mismo, escoger un camino en un cruce sin señalización aparente.
El planteamiento de un partido de fútbol no es sino trufar el campo de trampas al rival mientras detectas las suyas y tratas de burlarte de ellas. Y entre trampa y trampa, la pelota, muchas veces, no tiene quien le escriba.
Así que, si primero entra en juego la inteligencia, y después el talento, lo siguiente será encontrar puntos de referencia en el campo: jugadores que den salida a la pelota desde atrás, y jugadores que la reciban en el medio y la jueguen como Dios manda; con pausa, con mimo y con precisión. Quien adolece de falta de pausa en la generación de la jugada olvida que sólo la calma precede a la intensidad; el que es impreciso caerá en alguna trampa de inmediato, y quien no tiene mimo desprecia la pelota y, por eso, no nos interesa.
El fútbol tiene ahí una formulación para resolver casi todos los problemas, pero como es la más dificultosa, la mayoría trabaja por aproximación, y prescinde de algún punto de referencia u olvida la pelota para resolver antes. Todo con prisa y sin brillo, es lo que hay …
Claro que a todo ello escapa un punto referente precios opero del que casi todos prescinden hoy: los extremos. Decía Rial que “algunos me recuerdan a algo que escuché sobre la mujer. La esposa ayuda al marido a sobrellevar los problemas que éste no habría tenido si no se hubiera casado. Hay habilidosos que salen genialmente de los problemas que ellos mismos se han creado sin ninguna necesidad”.
El fútbol, como la vida, no te deja jamás olvidarte de los problemas, así que más reconfortante será disfrutar en el camino que vivir angustiado por alcanza runa tranquilidad que no existe. O, si no, ¿acaso hay algún hombre que no busque en su vida una buena esposa?
Foto: AP
Etiquetas: Reflexiones
8 Comments:
Bravo con esa reflexion Piter!
Pero me quedo algo raro despues de leer este post: usted dice que el futbol hay que ponerle pausa, jugarlo tranquilo y sin apuro. Pero para mi, el futbol hay que jugarlo alegre, pensarlo y jugarlo rapido, y no al estilo Riquelmesco.
Saludos Piter!
@ piterino
Bien Pedro bien, primero va la inteligencia y después el talento, pero yo entre medias de ambas, metería el equilibrio. ¿NO CREES?
Genial el mensaje (que no post), un abrazo
Olé.
Respecto a lo que comentas, hay distintas ideas que pueden englobar distintos parametros y funcionar. En el fútbol todo tiene cavida...
Y respecto a tu última pregunta (supongo que retórica, pero da igual, sólo para chichar): Los homosexuales :P
Pedrito yo soy un enamorado de etoo y ya te explicare porq lleva mas razon que un santo
Nuevamente espectacular.
Yo pienso que la inteligencia debe estar siempre presente antes que vcualquier otra cosa en el fútbol (Eto´o mira lo que dicen por aqui).
Pero también es cierto que cuando más bonitos se ponen los partidos (en mi opinion) es cuando no se piensa, cuando se va de un lado a otro cual correcalles.
Saludos.
@paco casal
Por supuesto, intensidad, alegría y velocidad, pero en la generación de la jugada y en momentos clave del partido, pausa y clarividencia.
No olvide, capo, que sólo la pausa precede a la intensidad ...
Un saludo!
@la quinta del buitre
El equilibrio es un concepto global, debe presidir al equipo en cada acción, en cada situación del juego, y con independencia de si hay inteligencia o talento en aplicación.
Un saludo, y gracias!
@hoeman
Por supuesto, no quiero dejar entrever ni la más mínima muestra de pretender decir una verdad absoluta. Más bien al contrario, y como tú dices, en fútbol todo (o casi) tiene cabida y puede funcionar. Sólo que yo defiendo una idea en concreto, pero nada más.
@manu
No digo que no tenga sus razones, pero las ha perdido todas por las formas y maneras. Hablaremos.
@zaragocista
Gracias! Una cosa es un fútbol divertido o vibrante, y otra un fútbol bien construido y jugado.
Y te digo lo mismo que a Paco Casal y a Hoeman: primero, la pausa sólo es quien ha de preceder a la intensidad, y segundo, yo defiendo esta idea, y estoy súper dispuesto a debatir sobre cualquier otra sin negarle nada de validez.
Saludos!
demuestras buen gusto piterino!
La sangre fría de un delantero en el área chica es lo que emboba. Cuando a todos les entra el canguelo, ver la parsimonia y la quietud de un Romario pone los pelos de punta y hace que se diga de él que era un jugador de dibujos animados.
En cuanto a la pausa justa que adereza el juego, el mejor ejemplo fue Brasil'70. Es-pec-ta-cu-lar y un regalo para los ojos.
Un abrazo.
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