martes, abril 18, 2006

Una idea.


Tercera temporada consecutiva sin títulos para todo un Real Madrid (bien, sin títulos relevantes, pues en agosto de 2003 ganó la Supercopa), lo cual es sinónimo de inminente revolución. Una revolución que debió arrancar hace algunos años, pero no se hizo. De poco sirve de cara al futuro lamentarse de lo no acometido (salvo como experiencia adquirida), pero de mucho sirve si miramos al pasado. Al menos si, mirando hacia atrás, lo hacemos con algún interrogante acerca del porqué de la situación actual.


¿Qué ha llevado a un club rico, plagado de grandes jugadores y con una insólita estabilidad institucional en torno a su presidente a estar como está? Hay muchas explicaciones pretendidamente objetivas e irrebatibles: haber hecho primar el marketing y el negocio sobre el puro juego, no saber renovar una plantilla cada vez más acomodada y cada vez más vieja, incluso se ha señalado a la soberbia, ...... "Morir de éxito" es quizá la frase más repetida, y posiblemente la más inexacta. De éxito nadie muere, salvo que no se sepa digerir y encauzar ese éxito, pero ni en ese caso encontramos ahí la respuesta.
Posiblemente en un compendio de todas las explicaciones dadas (y en alguna que otra no dada) hallemos la razón definitiva.


Lo cierto es que el Real Madrid se encuentra ahora mismo en una situación de inestabilidad que abarca desde el vestuario hasta el sillón del presidente, a quien muchos ven como un okupa sin más mérito que su propia fortuna casual y patrimonial. Si damos como cierto que se debe renovar a fondo la plantilla, que vendrá un nuevo entrenador y que se deberían celebrar elecciones, cabe entonces preguntarse ahora hasta dónde renovar el club. Es decir, en términos arquitectónicos, si basta con pulir la fachada (lo que se lleva haciendo tres años), si mejor deberíamos reformar la casa, levantando suelos, paredes y armarios (lo que se debería haber hecho escalonadamente estos últimos tres años) o si lo que la situación requiere es empezar a reconstruir todo desde el solar, solución traumática ante la que todos nos mostramos temerosos siempre.


Si por algo se ha caracterizado la etapa recién concluida de Florentino Pérez al frente del Real Madrid es por la recuperación económica del club, que se mostraba boyante y capaz de hacer frente a cualquier operación financiera y deportiva. Al menos desde el punto de vista interno, porque lo que realmente destacan desde fuera los madridistas es haber recuperado la imagen de grandeza y su indiscutible lugar cenital en la élite europea y en todos los sentidos.
Por eso llama poderosamente la atención que, ahora mismo, el Real Madrid se haya olvidado de lo más genuino, lo más sustancial en la construcción de un equipo: tener una idea. Una idea de qué Real Madrid se quiere, qué se va a proponer en el campo, qué filosofía va a presidir el día a día, qué fisonomía se quiere para el banquillo y para la pizarra, qué señas de identidad caracterizarán al Real Madrid. Por eso, elaborar una lista de siete entrenadores futuribles para el equipo es un ejercicio de incoherencia, de desconociento de lo más genuino del fútbol. Porque son siete entrenadores reputadísimos, pero de estilos distintos, incluso contrapuestos en determinados aspectos. Eso sí que es no tener ni una idea, y eso sí que es preocupante.



Quizá el hecho de disponer de enormes recursos económicos nos haga olvidarnos a veces de la importancia que tiene aquello que no se paga con dinero, aquello que está al alcance de todos. Una idea. Eso se echa en falta. Yo tengo una: dejar pensar y trabajar a personas que sepan de esto y que quieran al Real Madrid. Pero sólo es una idea.

1 Comments:

At 7:35 p. m., Blogger Chapu_Nocioni said...

La gente de la casa, como tu dices, es la que ha de sacr al Real Madrid de esta situación. Es indudable que las cosas se han hech mal, no hagan más cosas mal por favor, sean senstaos y miren que idea de juego quieren y luego ya harán; en eso también estoy contigo.

 

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