lunes, agosto 27, 2012

La familia y uno más


(Artículo publicado en Más Liga: www.masliga.com)

El Athletic no es un club de fútbol. Al menos, no es “sólo” un club de fútbol, o no es uno como los demás. Que nadie pretenda descubrir un eslogan con olor a naftalina o una sugestiva demencia colectiva con ínfulas de grandeza autóctona. El Athletic es una familia.

Esto, que hacen palpable con su vida diaria quienes sangran en rojo y blanco y lloran lágrimas tan coloreadas de verde como el tapiz del óleo del País Vasco, no se entiende bien lejos de la hoguera de nuestras vanidades compartidas. Y, sin embargo, es esencial para comprender el sentido de algunas conductas, actitudes y reacciones vitales.

En una inolvidable escena de la saga “El Padrino”, Vito Corleone, ya jubilado, habla con su hijo Michael en el jardín, vuelve la vista cansada hacia atrás y se lamenta de no haber podido vivir su propia vida por haber estado a cargo de la familia.

La familia no exige; concede. La familia no pregunta; responde por ti. La familia no aparece; siempre está. La familia es lo primero y lo último, Fernando…

Fernando Llorente llegó a la familia del Athletic cuando tenía once años, así que nació y creció para el fútbol en su seno, fue amamantado y educado en sus valores, se bautizó en su catedral y es hoy quien es en buena medida por todo eso. Cuando pasea por Bilbao no es venerado como un ídolo o saludado como una estrella; allá donde va es recibido y tratado como un hijo, un nieto o un hermano mayor, según le conozca cada aldeano.

Fernando, te regalamos tu primera pelota, ¿te acuerdas? Tu madrina aún la conserva y con ella juegan sus sobrinos mientras sueñan con llegar a ser como tú. Te compramos tu primera bicicleta y pronto tuvimos que quitarte los ruedines. Te abrigamos, jamás dejamos que te sintieras solo, aparecemos junto a tu desbordante sonrisa en todas las fotografías que dibujan tu memoria. Dimos la cara por ti y te ayudamos a levantarte cada vez que caías (con todo lo grande que eres, en todos los sentidos). Incluso los más revoltosos estaban dispuestos a representar la escena de la cabeza de caballo bajo la almohada de quien amenazara con molestarte. Porque eres tú, Fernando, sangre de la tierra, uno de los nuestros, la parte más emotiva de nuestras vidas.

Para que lo entiendas si te encuentras desorientado, y aprovechando otra secuencia de “El Padrino”, Vito Corleone decía: “… porque no somos asesinos, diga lo que diga ese enterrador …”.

Sabemos que muchas veces el hogar y la tierra tienen límites estrechos para el mundo que merecen conocer nuestros mejores hermanos. Nos sentimos orgullosos de que enseñen en otros lugares la rubia cabellera que nos describe y el rugido de guerra que nuestros ancestros nos legaron. Pero cuando uno se va de casa, Fernando, no lo hace por la gatera, dejando una fría nota en la mesa de la cocina y a sus padres sin desayunar con tu plato preferido humeando.

Ya importa poco, hermano, márchate. Nunca olvides quién eres y que todo lo que te dijimos era de corazón. Estamos honrados de haber compartido todo este tiempo de tu vida y te deseamos lo mejor. Habla a la gente de nosotros pero, por favor, no vuelvas a hacerlo rugiendo y no olvides dejar al salir la peluca que te adornaba el rostro como si de una genuina melena se tratara …

Fernando Llorente se marcha y ejerce su legítimo derecho a llegar tan lejos como se merezca; el Athletic Club mira hacia adelante y medita cómo hacer las cosas para que sus hijos no se conviertan en derechos patrimoniales; pero la familia aún no puede dormir viendo la cama de su hermano ya vacía y llora desconsolada, sin derecho a soñar con volver a jugar con él.