viernes, diciembre 04, 2009

El rebaño de un fracaso


Entendamos esto como un juego, un entretenimiento, un deporte, un show, un espectáculo o como el opio del pueblo, estamos obligados a defenderlo como modo de expresión cultural y de esparcimiento colectivo. La propia naturaleza del fútbol, así como su calado social, le convierten en víctima propiciatoria de cualquier manada de asilvestrados que pretenda un altavoz para su marginal estulticia. No permitamos que nos quiten nuestro tesoro, ni siquiera que nos confundan con ellos. Las hordas del parasitismo social se mueven entre nosotros y pueden reventar lo que entendemos y disfrutamos como fútbol.

Quiso la casualidad que se celebrara en Viena una reunión de gorilas distinguidos dentro de aquéllas el mismo día que el Athletic jugaba allí un partido de fútbol. Como la estupidez no entiende de países ni fronteras, allí había incluso españoles; como la estupidez es cobarde por definición, sus sonidos guturales los emiten en jauría; como la estupidez no distingue su mano derecha de la izquierda si no se le pone un reloj como pista, no nos molestaremos en ubicarles.

Lo dije hace tiempo, corremos verdadero riesgo. Lo escribí y lo reitero. A estos despojos de una sociedad que respira de espaldas a su salvajismo, las gentes del fútbol les tenemos que aplicar la Ley del Talión: "Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie", reza la fórmula bíblica del principio de retribución. No les deseamos la violencia física (por más que estemos seguros de que muchas veces es lo más eficaz), pero sí que quienes manejan el Derecho les impidan hacer lo que más les divierte: acabar con las fiestas ajenas como reveladora forma de entretenimiento impúdico.

Si no fuera porque avergüenzan y aterran a partes iguales a sus semejantes, darían hasta pena. Son violentos, indocumentados, criminales, asesinos; desechos morales sin escrúpulos ni actividad cerebral reconocida, adalides de la desintegración de algunas familias y residuos prescindibles del fracaso escolar, representantes de la más supina estulticia y del salvajismo impune. En fin, un rebaño de tontos del culo como cualquier otro.

Estas cosas se agravan cuando desde determinados sectores se insiste en plantear debates y críticas políticas a quienes tenemos como política jugar al fútbol, cuidar nuestra cantera y pasar olímpicamente de lo demás. La gran virtud del Athletic está en dar cabida a todos, y que todos nos sintamos como en casa. Y eso es mucho decir en una sociedad tan polarizada como la española y tan asqueada como la vasca. Sí, por desgracia, incluso caben los desviados mentales que anoche consiguieron reventar nuestro día a día.


Linkin Park- In The End

Foto: www.as.com

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