martes, mayo 12, 2009

Un sueño que ya es realidad.

Uno aprende cosas todos los días en los lugares más insospechados. Enseñar es un arte y aprender una virtud, por eso existe el vicio del conformismo. Nos han enseñado que la gloria está en la cima pero todos disfrutamos más el camino. Nos han enseñado que el dinero lo compra todo pero lo que importa de verdad no se cambia por monedas. Nos han enseñado que el presente es hoy pero vivir es siempre ayer y mañana. Nos han enseñado a creer en Dios pero nadie se preocupa de que Dios crea en nosotros. Nos han enseñado el poder de la realidad ... pero el mundo pertenece a los que sueñan.

Un pragmático que presume petulante de lo que ostenta suele mofarse de los soñadores. Quienes sólo viven de día mueren cada anochecer, quienes sólo viven de lo que ven tienen el alma ciega, desvalida y sordomuda. Y además, son tristes y aburridos. Olvidan que en la tierra se tienen posados los pies, no los ojos ni el corazón. No me llames iluso porque tenga una ilusión. No puede conseguirse nada que no se haya soñado previamente. Soñar no es de ilusos, es de inconformistas. Y el mundo es de los que nunca se conforman.

Escriben Juan Mateo y Jorge Valdano que un amigo del escritor Eduardo Galeano daba una conferencia en una universidad de Estados Unidos. En el coloquio posterior a la misma, uno de los alumnos preguntó para qué servía la utopía. El conferenciante lo explicó con una metáfora: "La utopía es como el horizonte. Uno se acerca diez metros y él se aleja diez metros; avanzamos cien metros y él se aleja otros cien metros; volvemos a caminar mil metros y el horizonte siempre está a la misma distancia". Otro alumno, con sentido prosaico, dijo: "Pero entonces la utopía no sirve para nada". Y el amigo de Galeano cerró la metáfora: "¿Cómo no? Sirve para caminar".

En las últimas semanas, algunos nos despertamos cada mañana con extraños síntomas. Tenemos los ojos enrojecidos, nos tiembla el labio inferior y unas horribles agujetas sacuden nuestras piernas. Soñamos, señores, estamos caminando, movemos el horizonte con nuestros pasos.

Soñar es divertido y apasionante. Nos enseña los caminos para ser mejores, jugamos a ser más guapos y más felices sobre un tablero de ilusiones compartidas.
Soñar es precioso y eterno, un ejercicio reposado de superación. Creer en uno mismo como metáfora de una vida mejor.
Yo juego. Yo creo. Aúpa Athletic.


Lenny Kravitz- I´ll be Waiting

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