sábado, noviembre 25, 2006

Cerebros exiliados.


Un momento en el que el fútbol español no anda precisamente sobrado de pausa y clarividencia, en el que muchos malviven sin saber a qué juegan y casi todos hablan más de rodillas, camillas y plazos de recuperación, reconforta (o, a la inversa, inquieta) acordarse de Cesc Fábregas y de Mikel Arteta, dos genuinos creadores sobre la hierba que pasean piernas y palmito por los campos de Inglaterra.

Declaraba el otro día Carlitos Tévez que le estaba costando mucho adaptarse al fútbol inglés, porque carecía de tiempo para regatear y de espacio para maniobrar. Cuando uno ve a Cesc jugar al fútbol no puede evitar pensar que el tiempo debe ser una magnitud enormemente relativa, o bien que el catalán poseyera algún tipo de poder para alterarlo, porque cuando recibe el balón, tiene siempre tiempo de valorar opciones, pulsar el latir del partido, detectar espacios y enviar con precisión. Y después de todo, aún le queda tiempo para marcar el propio tiempo del partido. Si sigue creciendo a este ritmo, aprenderá también a crear y destruir espacios con la mirada. Tiempo al tiempo.

Lo cierto es que toda la rapidez con la que se ha desarrollado en la élite y ha madurado como persona se transforma en pausa serena cuando salta a un campo. Un manejo similar del camino que hay entre la calma y la intensidad lo encontramos en Arteta. El caso del guipuzcoano es distinto, porque como no juega en un club de primera fila, a muchos les cuesta ver lo que pasa en el "gallinero". Y lo que pasa es que todo está en orden gracias a él. Ya que el Everton posee unos recursos más limitados que el Arsenal, Arteta es un faro distinto. Suele escribir las instrucciones y las coordenadas adecuadas en el balón para lanzar la velocidad de Andy Johnson, el rostro envenenado de Carsley o la frialdad incendiaria de Cahill contra el pecho del rival. Cuando comprueba que todo eso no es suficiente se pone al frente, transforma las instrucciones en demostraciones y resuelve el partido, como la semana pasada ante el Bolton.

Cuando notemos que hacen falta directores de orquesta en algunas sinfonías desafinadas, o instruidos pensadores en zonas del campo que exigen amplia visión y escaso margen para el error, antes de inventar soluciones o buscar recursos exóticos, recordemos que dos de nuestras personalidades imparten clases magistrales a alumnos británicos cada semana. Tomamos nota.


Fotos: Deportista Digital

domingo, noviembre 19, 2006

Progresando sobre la arena.


El fútbol material (como todo lo que tiene trascendencia, posee también una cara formal) hace referencia al devenir de los equipos, y se puede identificar con una carrera de cuádrigas, tan típicas de los romanos. Por su recorrido bacheado, curvilíneo y lleno de obstáculos, por la preparación y disposición de los caballos, por las ruedas que soportan el peso, los adornos de los carruajes, porque los aurigas (los conductores de aquellos carros, auténticos personajes en el circo romano) se dejaban la vida en el empeño en muchas ocasiones, por las artimañas, ... En fin, porque el dibujo de su vida se representa igual que el de la arena del circo de Roma: un rectángulo de ida y vuelta, con dos metas y una spina que separaba los lados e indicaba el sentido de la carrera, como en un circuito eterno sin posibilidad de escapatoria y donde sólo se entiende el idioma de lo competitivo.

En ese ir y venir por la arena de los incautos venerados, se distinguen varias formas de trazada.
En "El Gatopardo", de Lampedusa, Don Fabrizio le dice a Chevalley, emisario de Turín que llega para hacer una oferta aparentemente jugosa: "Los sicilianos nunca quieren mejorar, por la sencilla razón de que se creen perfectos. Su vanidad es más fuerte que su miseria".
Así que los hay que aprecian sus logros y su cuna, y desprecian los refuerzos de los demás, confiados en desequilibrar la balanza con el peso del escudo o la tendencia de la historia. Algo así como sentirse cómodo en el defecto.

En el otro extremo encontramos eternos inconformistas, que dejan atrás a sus rivales en un reguero de polvo y se maldicen por no haber conseguido derribarles también los caballos y arrojar al conductor al infierno. Se les distingue por encontrarse en el podio de los vencedores con una media sonrisa que delata una conciencia de trabajo a medias y una amplitud de miras que siempre distingue el futuro porvenir de las glorias presentes. Adaptándolos a las palabras de Don Fabrizio, son aquéllos cuya vanidad es más fuerte que la victoria, que se sienten incómodos en el triunfo momentáneo por si les distrae de sus objetivos de grandeza.

Como en toda descripción de extremos, siempre podemos acercarnos a un punto medio deseable: crecer sin parar, siendo conscientes de los peligros que acechan y de los ya superados, disfrutando de las mieles de hoy y relamiéndose de los dulces que esperan si no se baja la guardia. Esta postura ideal tiene un punto de placer por la competición, de ufanarse ante el desaliento, pues nada como el fútbol para demostrar lo inútil, por breve, de las victorias en el día a día.

Pongan nombre y apellidos a estas posturas y se entenderán mejor determinadas trayectorias. La noche y el día, oiga.

Foto: EFE

martes, noviembre 14, 2006

Drogba y el progreso.


Para los amantes del fútbol africano, y del Continente Negro en general, Costa de Marfil es algo así como un hallazgo y un ejemplo. Porque quien busca lo que enamora de verdad de África lo encuentra allí, y quien estudia las diversidades de los mundos tiene una muestra inmediata de ayer y de anteayer, pero con el envoltorio de unos sueños referidos a mañana.
Lo que va de ayer a anteayer debe ser lo mismo que conecta el barrio moderno y comercial de Plateau, en Abidjan, con los parajes tropicales de Bangolo, habitados por el pueblo Guerè; o las playas y el surf de la Laguna de Assinie con los bosques sagrados de la Aldea Senufo, donde se celebran los rituales de iniciación para los jóvenes en esas tribus; o el fastuoso Palacio Presidencial con los edificios coloniales de la antigua capital, Grand Bassam.
Como gran parte de África, Costa de Marfil trata de poner un pie en algo parecido al progreso, aun sabiendo que el otro lo tiene atrapado sin remedio muchos siglos atrás. Sólo a partir de tanto contraste y esfuerzo de incierto destino se puede explicar el juego y el carácter de Didier Drogba.

El delantero de moda en Europa ha entendido que toda evolución tiene dos dinámicas y, por tanto, dos maneras de crecer: dela camiseta hacia fuera, con un apetito patológico de aprendizaje y horizontes surcados; y de la camiseta hacia dentro, manteniéndose en el punto medio ideal entre un fenómeno africano (agresivo, físico, voraz) y lo que supone un futbolista moderno fenomenal (orientación competitiva, sentido del juego sin balón).
Drogba sabe que el jugador tiene dos caras y escupe monedas dejando un rastro inconfundible de superación constante.

Si el fútbol se contase a través de un cómic, Drogba sería Mortadelo: se quitaría el disfraz de guerrero, con sus pinturas, sus pieles y su escudo, y cogería el casco y el mono azul de trabajo, para ponerse después el vestido de pedrería y los tacones de vedette exótica que atrae todos los focos y toda la atención. Según el colorido de la viñeta (o dónde esté el balón), Drogba se viste para la ocasión y obliga al dibujante a imaginar un final feliz para el cuento.

"Sigue al caimán y beberás agua limpia", dice un proverbio baulè; la sabiduría tribal africana demuestra que la cola y los colmillos de Drogba nunca dejan de buscar y encontrar.


Fotos: AP

jueves, noviembre 09, 2006

El talento, el espacio y el juego de ataque.


La Teoría Futbolística dice que la dimensión de un equipo comprende cinco aspectos: el técnico, el táctico, el físico, el estratégico y el mental. Así que llegará un observador cualquiera y procederá a etiquetar: un entrenador será "estratega" cuando en su equipo dé preferencia al aspecto estratégico; se hablará de "entrenador psicólogo" si su fuerte es mentalizar y motivar a los jugadores; o "entrenador lírico" si su filosofía se basa en hacer primar los aspectos técnicos de sus jugadores (en su versión más extrema, el popular "salgan y jueguen").
La labor de etiquetar siempre tuvo mucho de injusto, por arbitrario, y ante todo peca de simplista. Pero funciona a la hora de que el fútbol sea más sencillo y todo el mundo se sienta una autoridad en la materia, condición básica para que este deporte siga conociendo el éxito popular que vive.

Para analizar correctamente a un equipo, debemos conocer las cinco dimensiones del mismo si no queremos caer en el simplismo del etiquetado.Por eso, creo que describir el juego de ataque de un equipo, por ejemplo, va mucho más allá y es bastante más complejo que relatar su delantera o las cualidades ofensivas de sus jugadores.En el fondo, estamos ante la eterna relación entre el talento y el espacio, que determina siempre a qué juega un equipo, cómo presiona, cómo se repliega y hasta cómo es capaz de encontrar el camino al gol.Todos aquellos que reducen el fútbol a una mera ocupación y generación de espacios ignoran cuándo se olvidaron del talento entre tanta geometría, y los que sólo hablan de nombres propios y no ven más allá de la trayectoria del balón o de sus propias narices se quedan en el detalle y no son capaces de analizar un todo.

El talento tiene la ventaja de que te ayuda a optimizar la utilización de espacios y que, a través de él, generas y encuentras espacio con inteligencia; el espacio es esencial en el fútbol y depende del movimiento conjunto de todo el equipo y de los mecanismos aprendidos. Por eso suele apasionar tanto a los entrenadores, porque es el aspecto en el que pueden influir más directamente y notarse su "mano" en el equipo. Y es que antes de ponernos a etiquetar hay que tenerlo todo en cuenta.

Volvemos ahora a nuestro ejemplo de describir el juego de ataque y concluimos que lo básico es tener jugadores que generen espacios con su trabajo (como Villa o Makaay), jugadores que sepan llevar el juego y, sobre todo, la pelota a ese espacio (como Riquelme o Xavi) y jugadores que lo ataquen (léase Ronaldo o Etoo). ¿Lo demás? Suerte... o balón parado, no hay más.
Talento, espacio, dimensión estratégica, etiquetado, .... ¿Pero no habíamos quedado en que el fútbol era sencillo? A veces, complicar un poco las cosas nos ayuda a conocerlas mejor.


P.d. como suelo hacer cada 50 artículos, "conmemoro" una cifra redonda de posts rescatando del olvido alguno de los que más me gustaron en su momento. Así que he decidido publicar de nuevo éste, escrito por mí allá por el mes de mayo. Supongo que notaréis diferencias en el estilo, y es que uno evoluciona a la par que su blog. Para los que no lo hayáis leído, será como un artículo "nuevo"; para los que sí, siempre es reconfortante recordar sensaciones, rememorar sentimientos y detectar diferencias.
Aprovecho para agradecer a todos los que os pasáis de vez en cuando por aquí vuestras visitas y lo mucho que enriquecéis esto, así como a todos los que me permitís visitaros en vuestros blogs para hacer lo que más nos gusta a todos: hablar de fútbol. Un saludo!


Fotos: Agrupación Nuevo Boca, Publispain

martes, noviembre 07, 2006

Veinte años no es nada.


Vivir un año en el banquillo de un equipo grande debe ser como un vertiginoso recorrido por el mundo de las emociones sinceras: de la angustia al orgullo de condición, del secreto al interés público, y, como siempre, del éxito al fracaso a través de esa delgada línea que los separa para los triunfadores y que los une para los mediocres.
Tanta emoción y tanto recorrido le hacen a uno acumular experiencia y desgaste casi a partes iguales, perfilar su sabiduría y delimitar sus errores.
Ferguson cumplió hace poco veinte años dirigiendo al Manchester United, así que no nos podemos hacer ni una idea de lo que ha vivido y de todo lo que ha pasado por su cabeza en este tiempo.

No es posible entender el presente del ManU sin escrutar a fondo la figura de Fergie, tampoco su pasado y es probable que el futuro no pueda escapar a lo mismo.
Ha construido y diseñado varios equipos campeones, ha hecho crecer hasta lo más alto a decenas de jugadores y ha arrumbado a otros tantos en determinados momentos, cuando su genuino instinto escocés le decía que habían dejado atrás sus mejores prestaciones para la causa y llegaba la hora de derribar su pedestal. Siempre ha mirado por el bien del club, del Manchester United como entidad, de los objetivos inequívocos de grandeza de los “red devils”. Precisamente por eso, por pasar por encima de nombres, de hombres y de mitos globales con el único fin de defender lo que entendía como mejor para el club le han alcanzado las más feroces críticas, la mayoría curiosamente extrañas al entorno del United, la mayoría vistiendo su causa con un pretendido celo patológico de su propia efigie.
Hughes, Cantona, Ince, Irwin, Schmeichel, Sharpe, Kanchelskis, Yorke, Keane, Stam, Cole, los “Fergie babes” (Beckham, Neville, Giggs, Scholes), los últimos en llegar (Rooney, Ronaldo, Carrick), … Nombres propios que han acompañado a Sir Alex Ferguson y que han crecido con él y para él.

Para quienes los nombres explican muy poco en el fútbol y los halagos son temporales o interesados, siempre quedarán los fríos números: ocho de las quince Premierships, cinco de las once Copas, una de las dos Copas de Europa, la única Recopa, … Ése es el peso de Feguson en la historia de laurel del Manchester United.
Como en veinte años le ha dado tiempo a acumular tantas alabanzas y descalificaciones, el palmarés ayuda a entender delante de quién nos encontramos.

Pocos como él han sabido interpretar el juego de ataque, y casi ninguno ha sido capaz de conseguir tanta velocidad de circulación y de movimientos en la ofensiva sin pérdida de precisión. Velocidad hasta que el rival sienta vértigo: ésa ha sido siempre la clave del juego de Ferguson; cuando lo ha conseguido, su ManU se movía como un equipo campeón; cuando no era así, llegaba la mediocridad, porque él sabe mejor que nadie sus propias limitaciones para apuntalar el juego defensivo de su equipo, y viendo que la “manta táctica” se le quedaba corta, decidió dejar al aire la cabeza para taparse los pies. Como mejor que nadie ha comprendido la diferencia entre sobrevivir al fracaso y morir de éxito, ahí sigue, y ahí seguirá. Un grande, Sir Alex Ferguson.


Fotos: BBC

miércoles, noviembre 01, 2006

Como un gigante que huye hacia atrás.


El Inter dio permiso hace unos días a Adriano para marcharse a su país durante unas semanas ante su pésimo rendimiento. La razón exacta no quedó del todo clara: deterioro físico, bloqueo mental, debilidad disciplinaria, o tal vez un poco de cada una. Lo que sí flota en el ambiente es que un gran jugador pasa un momento delicado y se ha adoptado una medida insólita. Lo primero que se ha conseguido es que la noticia ya no sea que Adriano falla o no falla goles, sino que circula en moto y sin casco por el centro de Río de Janeiro. Si era lo que se buscaba, de acuerdo.

No es fácil encontrar delanteros con la descomunal potencia de Adriano, tampoco con su zancada y menos aún con su pierna izquierda. Sí resulta sencillo, sin embargo, recordar ejemplos de deportistas privilegiados que echaron a perder su carrera por su mala cabeza.
Cuando uno lee el caso de Adriano, no puede evitar acordarse del gigante griego Alcioneo, uno de los líderes de la Gigantomaquia (un episodio de la mitología griega en el que se narra un enfrentamiento entre los Gigantes y Zeus, después de haber encerrado éste a los Titanes). Alcioneo poseía una fuerza terrible y fue herido por una flecha de Heracles. Sin embargo, la gran baza de Alcioneo era ser inmortal en su tierra natal, por lo que sobrevivió. Acabaría muriendo, víctima de un engaño, en cuanto salió de Palene, el lugar donde había nacido.

Adriano ha huido a su tierra cuando no podía soportar la tensión y la exigencia del fútbol europeo con su talento. Así que unos le ven como un tipo juerguista y modelo de mal profesional y otros como una víctima más de la vorágine de nuestros días, que causa en muchas personas una angustia de vivir que impide mirar hacia el frente.
Al "gigante" Adriano tenemos que engatusarle entre todos para que abandone su tierra natal y vuelva a ser el que era, sin flechas pero con goles. Es muy probable que se haya marchado para encontrarse como persona; esperemos que, en el camino de ida y vuelta, no se pierda como futbolista.


Fotos: AFP, lun.com